Muchas
veces las dudas nos entran con respecto a saber cuándo tenemos que dar por
finalizada una relación sentimental. Está claro que todas las parejas discuten,
tienen desavenencias, hay ciertas cosas que les gustaría cambiar de la persona
que ocupa su corazón, pero… ¿hasta
cuándo se puede mantener una situación así? ¿Cuándo es mejor poner punto y
final?
La
respuesta es muy sencilla, y es que las
parejas pasan por distintas fases:
1) Fase del
mundo de luz y color
Después de
haber pasado un tiempo flirteando, necesitando encontrarnos con esa persona en
cualquier sitio, durmiendo 4 horas de media por noche porque nos quedamos hasta
las tantas tonteando con él o ella gracias a las nuevas tecnologías, hemos
conseguido tener un noviazgo serio.
En esta
fase, todo es perfecto: Creemos haber encontrado a nuestra media naranja, las
cosas fluyen sin artificios entre nosotros, disfrutamos cada segundo juntos,
tenemos una sonrisita tonta permanente en nuestros labios, sólo deseamos que el
tiempo vuele para poder volver a ver a esa persona…
Es la situación ideal y la que nos gustaría mantener
eternamente. Aunque evidentemente la chispa inicial no se puede mantener
indefinidamente al 100%, si se lucha y se intenta estar en esa fase, nunca
hablaríamos de la posibilidad de que exista una ruptura. Sin embargo, las
personas tenemos sentimientos encontrados, aparecen las dudas, los agobios
debido a presiones familiares o laborales, el miedo al compromiso futuro,
personas que se entrometen… Y nos complicamos la vida, como siempre.
2) Fase de compromiso con nuestra opción de vida
Evidentemente
la magia de los primeros meses ha desaparecido, pero el tiempo ha favorecido la
consolidación de la relación, que reine la confianza en la pareja, que podamos
mostrarnos 100% como somos con el otro, que realmente disfrutemos de la
oportunidad de pasar tiempo juntos…
En esta
fase, si somos capaces de frenar las desconfianzas, los miedos de la relación,
de encontrar un motivo para salir adelante, de saber valorar todo lo bueno que
nos reporta compartir nuestra vida con alguien, no tendremos motivo para pasar
a la siguiente etapa, sino que la relación se mantendrá constante en esta fase.
3) Fase de no sé qué hacer con mi vida
Estamos
indiferentes. Nuestra relación es un aburrimiento, siempre lo mismo, la novedad
y la ilusión del principio han desaparecido por completo.
Tanto es
así que prácticamente nos da igual seguir con esa persona como dejarlo,
pensamos en el futuro sin nuestra pareja a nuestro lado y tampoco nos parece
tan malo, empezamos a echar de menos todo aquello que hacíamos antes de
enamorarnos y necesitamos urgentemente un cambio, ya no tenemos ganas de luchar
por cada segundo al lado de esa persona, ya no vemos sus virtudes sino que sólo
le encontramos defectos… Y empezamos a tener ganas de quedar con terceras
personas.
Lo cierto
es que esta fase no es una etapa sin vuelta atrás, sino que es posible volver a
tener una relación especial como la del principio, pero luchando los dos en el
mismo sentido y aunando fuerzas. Si se soluciona, se volverá a la fase
anterior. Si no, se llegará irremediablemente a la siguiente fase.
4) Fase de hasta luego, Lucas
Es así. Se
ha intentado y no se ha conseguido. Esa persona no era nuestra media naranja,
tenemos que seguir buscando. Es posible que quizás no hayamos luchado lo
suficiente, que nos hayamos vuelto apáticos con la situación y nos hayamos
dejado llevar… Pero ya no hay vuelta atrás. Ahora sólo queda cerrar heridas,
cicatrizar bien y volver a sonreír sin miedo a nada.
Reflexión del día: “Cree en ti y todo será posible”
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