Y TÚ, ¿TIENES ANSIEDAD? ¡SALIR DE ESE POZO NO ES TAN DIFÍCIL COMO CREES!


Sufrir de ansiedad es algo que a lo mejor alguna vez te haya ocurrido, o te vaya a ocurrir en la vida, puesto que la ansiedad es una de las enfermedades más comunes de los países desarrollados, y se calcula que 2 de cada 3 personas la padecerán en algún momento de su vida. Además, en la actualidad, los datos demuestran que más de un 40% de los españoles sufre ansiedad o depresión.

Normalmente, no es algo que aparece de forma rápida, sino que se va gestando muy poco a poco. Hay días que te sientes reventado, sientes que tu vida te absorbe completamente, que tus obligaciones son prácticamente la totalidad de tu tiempo, que no disfrutas como deberías, que no haces cosas que realmente te motiven, que estás dejando de lado a tu gente porque no tienes tiempo de quedar con ellos y disfrutar como debe ser… Y cuanto menos te va gustando tu vida y ésta más se aleja de lo que siempre habrías querido que fuese, más intentas tener ocupada la mente con planes y cosas que hacer, porque no quieres pararte a pensar que necesitas un cambio, y que deberías reconsiderar el camino que estás siguiendo, porque no te va a llevar al destino que siempre soñaste.

Puede ser que consigas parar a tiempo, que seas tan valiente como para estar dispuesto a sufrir, y mucho, hasta conseguir aquello por lo que merece la pena luchar, pero lo cierto es que es muy difícil tener la fuerza suficiente como para romper con todo y dar un giro radical a tu vida. Y, como no paras a tiempo, es ahí cuando los síntomas de estrés y ansiedad que llevas acumulados durante meses, e incluso años, aparecen.



Una vez que hemos tocado fondo, buscar una solución (tú solo o mediante la ayuda de un profesional) es el primer paso, pero tampoco es lo más fácil: Una persona que tiene ansiedad no siempre sabrá pedir ayuda a tiempo, así que, si conoces a alguien en esta situación, no dudes en echarle una mano, no sabes cuánto te lo llegará a agradecer.

Ahora bien, es muy difícil ayudar a una persona con ansiedad o depresión, ya que en un momento de crisis solemos tender a recomendarles que se calmen, pero quedaros con esta idea: Pedir a alguien con ansiedad que se calme es como pedirle a alguien que tiene una infección que no tenga fiebre, o a alguien que tiene un pie roto que no tenga dolor.

¿Qué hacer entonces? Acompañar a esa persona, estar a su lado, protegerla, darle la sensación de seguridad que necesita, y apoyo incondicional sin límites.



A partir de ahí, una vez que la ansiedad (o, incluso la depresión, que sería la situación a la que se llega si no se controla la ansiedad, y en función de la personalidad de cada uno) ha aparecido, hay que identificar en esa persona qué necesita para ser feliz, qué es lo que siempre le ha hecho ilusión; qué actividades, lugares y personas (aunque fuera antes de tener ansiedad) le sacaban una sonrisa que enamoraba… Y, posteriormente, valorar qué personas, lugares y actividades en la actualidad le hacen sentir seguro y bien.



Una vez que lo sepamos, hay que elaborar una escala valorando la dificultad de realizar estas actividades sin que la persona con ansiedad se ponga nerviosa, y elaborar un plan de acción que le permita avanzar muy progresivamente, intentando que muy poco a poco vaya haciendo planes, exponiéndose a sus miedos… Pero eso sí, sin forzarlo, haciéndole la vida más cómoda y demostrándole que puede ganar confianza en sí mismo.


Reflexión del día: “No eres lo que logras, eres lo que superas”


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