Un simple
pensamiento puede hacer de un día maravilloso un día pésimo, pasando de la
felicidad al malestar en apenas segundos. No obstante, en la mayoría de
ocasiones no nos damos cuenta de ello, de modo que nos acabamos viendo
arrastrados por esa desazón sin saber ponerle freno y sin detectar que, en caso
de que hubiéramos actuado a tiempo, no nos sentiríamos como nos sentimos ahora.
En
psicología, a este tipo de pensamientos se les denomina “distorsiones cognitivas”, siendo las más relevantes:
1. Polarismo
Es el
pensamiento del “todo o nada”, “blanco o negro”, sin darnos cuenta de que la
vida tiene una amplia variedad de grises. De esta manera, cuando nuestros
resultados no han sido lo que esperábamos (éxito) lo consideramos un auténtico
fracaso.
Por ejemplo, si habías
estudiado mucho para un examen y saliste con la idea de que ibas a sacar un 10,
porque habías respondido a todo bien, pero en realidad sacas un 8, para ti es
un fracaso, sin darte cuenta de que es una nota muy alta, y que debería ser
objeto de tu satisfacción. O, un día, a tu pareja, que lleva toda la semana con
mucho trabajo, se le olvida darte las buenas noches porque se queda dormido en
el sofá, de modo que tú piensas “siempre
hace lo mismo”, “no le importo nada”,
“cómo puede irse a dormir sin darme las
buenas noches”… Cuando en realidad es una mera excepción justificada.
2. Debería, tendría…
Enunciar
las frases con este tipo de verbos genera una obligación cuya consecuencia a
nivel emocional en caso de no realización de la misma es la culpa, frustración,
resentimiento. Trata de evitar estos verbos en tu pensamiento.
Por ejemplo, si dices
“debería llamar a mi amiga a ver cómo está” o “hoy tengo que ir al gimnasio”,
si luego no la llamas porque no has tenido tiempo o no has ido al gimnasio
porque no tenías ganas, al haberlo enunciado como una obligación, eso genera en
ti una sensación de incumplimiento que aboca al fracaso absoluto. No obstante,
si las sustituyeras por “podría”, si finalmente no lo haces, piensas que no lo
has hecho porque no has podido o no has querido, y que ya lo harás en otro
momento, no siendo una obligación incumplida.
3. Error del adivino
Es una
conclusión apresurada por la que prevés que las cosas resultarán mal, y además
estás plenamente convencido de que tu predicción es un hecho establecido.
Por ejemplo, como no
has tenido tiempo para estudiar un examen, das por hecho que lo vas a
suspender, de modo que ni te presentas; o, si tienes que hacer una exposición
en el trabajo, estás seguro de que te vas a poner nervioso y de que no te va a
salir bien, de forma que ya casi ni te la preparas; o, si te caíste un día en
unas escaleras de casa de tu amiga, cuando vas ya no las subes, o las subes con
mucho cuidado, porque estás plenamente convencido de que si te caíste una vez,
te volverás a caer.
4. Filtro mental
Es una
abstracción selectiva por la que escoges un solo detalle negativo y te fijas
exclusivamente en él, de modo que tu visión de toda la realidad se torna una
derrota. Olvidas todo lo positivo que hay, para centrarte en un solo motivo
negativo, lo cual empaña el resto de triunfos.
Por ejemplo, has
tenido un día bonito en el trabajo, has quedado con tus amigas para comer, has
ido de compras por la tarde… Y, al llegar a casa, tu pareja ha tenido un día
horrible y está enfadado porque se te ha olvidado comprar pan para mañana, y esa
discusión empaña toda la felicidad de tu día.
O, invitas
a tus amigos a ver tu nueva casa y les preguntas que qué tal les ha parecido, y
todos alaban lo magnífica que es y lo bien decorada que está. Sin embargo, uno
de tus amigos te comenta que para su gusto el salón tiene demasiado color,
mucho estampado, y que a él le gustan más los espacios en blanco porque dan más
serenidad. Te quedas con ese comentario
negativo y ya todo lo positivo que te han dicho ha desaparecido, sólo te
importa que no ha gustado a todos el salón, y que algo está mal.
5. Razonamiento emocional y descalificación de lo
positivo
Piensas que
tus emociones negativas reflejan necesariamente lo que son las cosas en la
realidad, rechazando todas las experiencias positivas al entender que “no
cuentan”, por una u otra razón, manteniendo una creencia negativa.
Por
ejemplo, tienes dolor en una mano y empiezas a emparanoiarte pensando que te la
has roto, que te la van a tener que escayolar, y además es la mano que tú
utilizas para todo, y quizás si no suelde bien el hueso te tendrán que operar,
y cuanto más lo piensas más daño te hace… De lo que no te das cuenta es de que
te duele tanto porque tú le das importancia a ese dolor, de que seguramente sea
mucho menos de lo que estás pensando, y de que si tanto te doliese no podrías
aguantarlo. No obstante, tú te quedas sólo con lo negativo, y ese es el
resultado de tu situación actual.
Reflexión del día: “Deja salir a tus miedos para que tus sueños puedan entrar”
Comentarios
Publicar un comentario